¿Es necesario el kínder?

 


         Todos nosotros como padres hemos pasado en algún momento (o en muchos) por la complicada toma de decisiones que involucra la crianza de nuestros hijos; desde el poder andar descalzos por la casa o no, hasta el tipo de alimentos que han de consumir y cuáles no.

       Sea cual sea el motor de sus decisiones, una vez llegados a cierta edad comienza la pregunta del momento ¿he de mandarlos a la escuela? ¿es necesario el kínder? y a partir de aquí comenzarán a trazar el camino educativo que los hijos habrán de llevar de ahora en adelante, o por lo menos hasta que la vida dicte lo contrario (nunca es tarde para cambiar).

         Lo cierto es que la educación de los hijos es un tema que debe plantearse incluso desde antes de nacer, puesto que ya sea que los envíen a la escuela o no, el estilo de vida, los valores y todos los aspectos relacionados a la crianza deberán ser congruentes a lo largo de su vida para por lo menos acercarnos a los ideales planteados en un principio.

       Y es aquí donde es necesario establecer claramente el primer concepto asociado con la educación, la casa y la escuela: el aprendizaje.

             Cuando comienza la hora de elegir la manera o el sistema que se va a seguir con la educación de los niños, hay que ser muy conscientes de que el ideal de todo proceso educativo es precisamente el aprendizaje: aprender sobre las cuestiones cotidianas de la vida (como tender la cama), aprender ciertas reglas sociales (como esperar turnos), aprender a comunicarnos y expresar opiniones (correcta y educadamente en tu idioma primero y en otros después), aprender a movernos (caminar, andar en bici y hasta conducir), aprender a ser más independientes (lavar los trastes, cocinar, valerte por ti mismo), aprender a cuidar el medio ambiente (reciclar, comprar local, apagar la luz), aprender a aplicar el razonamiento a situaciones diarias y... en fin, esa es la idea.

       Originalmente, en México el Jardín de Niños (Kínder, Preescolar, Salas de Párvulos...) surgió como un espacio de entretenimiento para los hijos de sectores acomodados en la sociedad, y ha luchado a través de los años para lograr ser reconocido como el primer eslabón de la educación básica. Históricamente hablando, las guerras y los cambios económicos y sociales surgidos a partir de la Revolución Industrial modificaron la estructura familiar, redujeron los espacios abiertos para el juego, incrementaron la delincuencia y la inseguridad y muchos niños quedaron huérfanos y desatendidos... por lo que se consideró la creación de los asilos como un lugar para el cuidado, atención y educación de los niños. 

        Al surgir la pedagogía, se mejora la calidad educativa incorporando a la educación el juego, los cantos, la poesía, las narraciones y los intereses de los niños, convirtiendo los Jardines de Niños en espacios para expresarse con libertad y espontaneidad en un marco de afecto y libertad.

            En términos generales, la educación preescolar ha sido diseñada para que los niños desarrollen seguridad, habilidades de observación, para que adquieran hábitos, valores y principios éticos, para que construyan lazos afectivos, mejoren sus habilidades motoras y para que comiencen a utilizar el razonamiento matemático en las labores cotidianas, explorando y experimentando el mundo... en pocas palabras, para sentar las bases y construir los cimientos de todo aprendizaje futuro.

               Esto quiere decir que mientras se brinde a los niños una atención adecuada y se les proporcione un espacio, medios, recursos, instrumentos y acompañamiento para imaginar, observar, descubrir, explorar, crear, experimentar, analizar, expresar, jugar y participar del mundo real con alegría, ilusión, curiosidad, asombro y cariño, estaremos en el camino correcto asentando las bases necesarias para un desarrollo integral y mucho aprendizaje.

          Algo muy importante que hay que recalcar, es que un correcto desarrollo implica permitir a los niños hacer las cosas por si mismos, hay que dejar de verlos como "pequeñitos e incompletos" y verlos como "seres humanos en formación", por lo que en la medida de lo posible se les debe permitir ayudar en casa, expresar sus opiniones y sentimientos, y experimentar el mundo con sus propias manos. Hay que recordar también que la naturaleza de los pequeños a ésta edad es exploradora y que un buen rato jugando en la naturaleza de manera libre les aporta mucho más aprendizaje y desarrollo que sentarse en un escritorio a realizar planas.

            Así que respondiendo la pregunta ¿es necesario el kínder? podemos decir que las experiencias que se viven dentro de ésta etapa son imprescindibles y es necesario darles el valor correspondiente y dedicarles el tiempo necesario para procurar un óptimo desarrollo de los pequeños; aunque, como siempre lo decimos, la escolarización es opcional.




 



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