Alternativas a castigos
Es muy
común que como padres lleguemos a creer que una de nuestras tareas más
importantes es la de disciplinar a nuestros hijos, asumimos que si ellos son
capaces de seguir ciertas reglas y comportarse de una manera aceptable,
entonces habremos cumplido con nuestra parte.
Sin
embargo, no se trata de disciplina, sino de educación... y sí, existe una gran
diferencia entre ambas.
Cuando
hablamos de disciplina, estamos hablando de reglas estrictas, de
maneras sistemáticas y ordenadas de hacer las cosas; básicamente se basa en el
concepto de que alguien tiene el deber de hacer que otro alguien siga aquellas
reglas preestablecidas, muchas veces de forma obligada ya sea por medios
físicos, mentales o morales... Éste término es comúnmente aplicado en la
milicia, los estados eclesiásticos, organizaciones y escuelas.
Por
otro lado, la palabra educar se refiere a dirigir, encaminar,
desarrollar y perfeccionar las facultades del educando por medio de preceptos,
ejercicios y ejemplos; es decir, no basta con ordenar a otro que
haga las cosas, necesitamos ser y hacer aquello que queremos que ellos sean y
hagan.
Por
supuesto que debemos tener ciertas ideas o creencias que nos guían, sirven de
modelo y nos ayudan a establecer algunas reglas que como familia debemos
seguir. Si todos nos apegamos al modelo y se establecen correctamente las metas
y consecuencias, no es necesario llegar a la aplicación de castigos y sanciones.
El
primer paso para evitar caer en la desesperación y el enojo y que
comencemos a aplicar castigos para disciplinar (y no para educar) a nuestros
hijos, es la PREVENCIÓN.
La mayoría de las veces
nuestros hijos harán precisamente lo que nosotros SABEMOS que harán; es decir,
si dejamos galletas en su camino, seguramente las devorarán; si dejamos objetos
que puedan romperse a su paso, probablemente los romperán; en fin… más de la
mitad de las rabietas que hacemos en el día pudieron ser evitadas desde un
principio.
Antes de poder dejar una
caja de galletas a su alcance debemos enseñarles autocontrol, responsabilidad y
muchas otras cosas que no aprenderán en un día con un castigo; así que en lugar
de enojarnos y castigarlos, lo mejor sería prever y evitar ponerlos a prueba
con cosas para las que sabemos que aún no están preparados para enfrentar de la
manera en que nosotros esperamos que lo hagan.
Siendo nosotros los
padres, es nuestra la responsabilidad de remover de su camino aquellas cosas
que pudieran provocar un caos (desde una galleta hasta peleas con hermanos) y
como consecuencia nuestro enojo culminando en su castigo. Evidentemente, esto
exige de nosotros mismos que aprendamos a prever nuestras propias acciones y
reacciones, que aprendamos a anticiparnos a los hechos y así poder planear
positivamente las posibles consecuencias.
Aun cuando hayamos previsto gran cantidad de cosas que pudieran salir "mal", ocasionalmente nuestros hijos harán cosas que pueden provocar nuestra reacción inmediata traducida en un castigo o regaño inmediato.
Como padres, debemos aprender a NO
REACCIONAR, a comprender que nuestro trabajo es el de guiar y mostrar actitudes
y acciones apropiadas (dentro del concepto individual de cada familia,
sociedad, etc.)
Por eso, te recomendamos que la próxima
vez que tu pequeño haga algo que te moleste, antes de reaccionar…PARA, no
digas ni hagas nada, sólo observa por un minuto y EVALÚA: ¿Por qué sucedió eso? y ¿Qué podrías haber hecho para prevenirlo?
Después de evaluar la situación, podrás
ofrecer opciones o guiarlo a un comportamiento más adecuado sin recurrir a los
castigos y regaños.
Para cualquier cosa que tu pequeño haga
habrá un motivo; quizás sus acciones no tengan ningún sentido para ti, pero
pueden tener uno muy válido para ellos.
Antes de sacar conclusiones PREGUNTA:
¿qué estás haciendo? ¿para qué lo haces?, de esta manera podrás ser un poco más
empático y te será más sencillo ofrecerle una alternativa que funcione para
ambos.
Ejemplo: Tu pequeño llena de piedras una
cama elástica mientras brinca en ella; para ti son piedras que pueden
lastimarlo y romper la cama elástica; para ellos son cocodrilos que quieren
morderlos…
Ahora que le has preguntado a tu pequeño ¿qué? y ¿por qué? puedes ofrecerle algunas opciones para que pueda continuar
con su idea en otro logar o con otros materiales.
¿Piedras/cocodrilos
en la cama elástica? Tal vez no la mejor idea… ¿por qué no cambiar las piedras por “cocodrilos” menos agresivos; como pelotas, algodones,
hojas de los árboles o si estas de un súper humor hasta galletas?
O bien,
ofrece cambiar de locación… piedras en la cama elástica no, pero puedes usar
piedras en el pasto (¿tal vez con zapatos?), piedras pequeñas en el arenero…
etc.
Trata de no decirle simplemente NO, OFRECE OPCIONES que puedan funcionar a ambos.
Algo sumamente importante y que debemos
recordar, es que nuestros pequeños no hacen las cosas con intensión de
molestarnos; muy por el contrario, se encuentran inmersos en su propio
universo, y por eso es indispensable que los ayudemos a conectar con el nuestro.
Hacerlos
ver que sus acciones repercuten en el bienestar de toda la familia, sin dañar
sus sentimientos o llenarlos de culpas es una tarea fácil de decir, aunque no
tanto de realizar.
Debes
expresar tus sentimientos respecto a dicha acción cuidando que las palabras que
elijas COMUNIQUEN simplemente eso: TUS sentimientos; no buscar culpables ni
repartiendo emociones negativas, al tiempo que les vamos enseñando a COMUNICAR de igual manera.
Por último, recuerda que por muy directas y
explicitas que sean tus palabras o las indicaciones que le des a tu pequeño,
siempre obtendrás un resultado mucho mejor si le muestras exactamente a lo que te refieres.
Trata
de acompañar tus palabras siempre con ACCIONES que le dejen muy claro lo que
esperas como resultado; no hagas las cosas en su lugar, pero si muéstrale cómo
hacerlo.
Para
cambiar las piedras en la cama elástica por algodones, podrías cargarlo y
llevarlo contigo a buscar los algodones, esparcirlos juntos y por qué no…
divertirte en el proceso.
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